El kraken era el monstruo más solitario de todos: se la
pasaba recorriendo mares buscando algo que hacer, pues en su soledad el
aburrimiento se convertía en algo cotidiano. Los barcos desaparecían ante su
paso, todo humano le temía e inclusive cualquier animal marino que pasaba cerca
de el.
Un día este animal gigante se cruzo con un ente de aspecto terrorífico,
un monstruo marino que tenía cabeza y torso de mujer con terminación en forma
de pez de donde salían cabezas caninas que no parecían ser amigables. Se
presento, su nombre era Escila.
Escila llevaba tanto tiempo como el recorriendo las aguas, emitía
sonidos engañosos para que los barcos terminen a la deriva y así aprovecharse
de los tripulantes que le servían de alimento. Historia parecida para estos dos
monstruos que en el preciso momento en el que se conocieron se enamoraron con pasión,
decidiendo trabajar en conjunto para realizar las acciones más desastrosas de
alta mar.
Ella con sus sonidos paralizaba el barco, el con su fuerza
lo destruía, ambos salían victoriosos y con que comer, su amor era la mejor
estrategia de muerte.
Sin embargo, no todo fue color de rosa para esta pareja, un
joven valiente llamado Ulises tomo cartas en al asunto luego de años para no
dejar avanzar tal calamidad: decidió embarcarse en una lucha de la cual era
dudoso su retorno.
Ya en el medio del mar, Ulises comenzó a escuchar la voz de
escila y opto por detener su marcha a la espera del ataque; el kraken estaba
cerca, su amada le había dado la señal. Al ser el único hombre sobre el barco,
Ulises sabia que no había mucho que perder por lo que en cuanto el kraken tomo
el barco entre sus tentáculos, el se tiro al océano comenzando la búsqueda de
Escila que bien sabia que se escondía en las grutas submarinas.
Nado y nado sumergido en las aguas frías hasta que vio la
cola de la bestia saliendo de la cueva, no lo dudo un segundo y arremetió
contra ella. Primero le corto su parte de pez por lo que quedo inmovilizada,
luego le clavo un puñal en el pecho: el corazón de la fiera se detuvo al son de
su último alarido.
El kraken escucho su adiós, envuelto en ira por haber caído
en la trampa y por escuchar a su amada sufrir bajo al océano enlazándose en una
lucha con el enemigo. Ulises no pudo matarlo, pues su tamaño le imposibilitaba
la cuestión, así que en cuanto pudo se escapo con el corazón de Escila entre sus manos y sin
saberlo de esta forma se llevo también el del calamar que no pudo volver a
destruir un barco nunca mas, pues así mantenía alejado el recuerdo de quien lo
acompaño los últimos años.
RomI
taller literario, viernes 13-9-13
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