Soltaba los hilos de una pasión.
A la noche la ausencia en el pecho
marcaba su camino en lagrimas.
El demonio salia a jugar.
Voz quebrada, pensamiento cruel.
El tiempo debía detenerse y con el
la felicidad de los días:
Los aromas dulces se volvían amargos,
los colores mas vivos murieron,
los cálidos besos eran despedida.
Había ganado un fantasma.
Ojos tristes esbozaron la cobardía,
sus manos sostenían aquel rostro maltrecho.
En la lejanía de la locura decidió perderse,
no volver.
Pues aquel ser que nació de su interior
se había llevado lo que mas quería...
su amor de primavera, la vida misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario