El perfume dulce
de tu cuello
mi nariz guarda,
así como mis manos
el calor de tus dedos
enlazados a los míos.
Siento el picor
de esos días,
el sol siempre en mi pecho:
sol que me baña
en pensamientos tibios
como tus labios;
labios que desnudan
la timidez, la debilidad;
debilidad que alborota
las incertidumbres
del espacio-tiempo;
tiempo que con gusto te entrego
a cambio de una sonrisa...
sonrisa eterna.
Fénix-.
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