Eramos el paisaje, entremezclado con algo tuyo y algo mio en el ambiente.
Me mirabas perplejo, como si hubieras encontrado algo en mi que atesorar. Te mire unos minutos en silencio, mas no pude dejar de observar el anhelo de tus labios por tocar los míos en un intento de acariciar lo mas profundo de nuestras almas.
El tiempo parecía querer escurrirse entre tantos suspiros de cielo, por lo que consciente de ello, no podía dejar que pasara.
- ¿Alguna vez sentiste como si algo te empujara al otro extremo de la tierra, te absorbiera y te ves parado frente a una inmensidad, quedando como algo tan pequeño, desprotegido...? pregunté, como quien pregunta el eterno existir y devenir de la vida.
No pudiste evitar sonreír como usualmente haces cuando mi alma revolucionaria aparece, y algo quizá tierno, quizá doloroso se hizo eco en tu voz: Te amo
Una vez en mi camino, presa de la ultima pregunta que aconteció, pude entender tu respuesta:
pues claro, lo sentís todos los días como yo lo siento: al verte, al tocarte, al sentirte y compartir cada risa como un juego de niños, pero así también nos hundimos en un mar en donde de a ratos las tormentas nos moldean hasta soltarnos de nuevo para pasar a una pasividad absoluta donde otra vez todo sigue en su lugar salvo nosotros con pequeños trozos alternados y hasta tal vez desprendidos.
He aquí la comprensión del dolor de tu enunciado.
(Comenzó la tormenta)
Fénix-
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