Sentábase en la vereda
una tarde de otoño
sin libro, sin música,
con el pensamiento
y los versos a flor de piel.
Miraba el entorno :
a esas veredas paralelas
con arboles desnudos
a la intemperie, adornando
los frentes expresivos;
realidades construidas
sobre ladrillos,
cemento y familia.
El tiempo desde aquí
parece no pasar,
todo se detiene en sus ojos.
Se palpa lo pequeño
en esta vereda
una tarde de otoño
esperando el encuentro.
Fénix-
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