Cuánto sin sentido sin solución, los redoblantes sonaban en su cabeza.
A eso que se llamaba tranquilidad solo la podía encontrar entre los caminos de bosques y montañas, lejos de allí.
Dijeron que el conocimiento de un ser hacia sí mismo podría controlar tanto fuego contenido en este enfermizo envase. Pero no, a veces no basta con eso. Se tiene que aprender: aprender a ver a los ojos al sol, desnudarnos de durezas paganas e inconclusas.
Así, a paso dudoso, latía el alma entre sus manos rígidas como latian las preguntas en su cabeza.
Dijeron que el conocimiento de un ser hacia sí mismo podría controlar tanto fuego contenido en este enfermizo envase. Pero no, a veces no basta con eso. Se tiene que aprender: aprender a ver a los ojos al sol, desnudarnos de durezas paganas e inconclusas.
Así, a paso dudoso, latía el alma entre sus manos rígidas como latian las preguntas en su cabeza.
Un cuento mal contado había pasado entre sus ojos pero sabía que el final no era más que de su propia autoría.
Lento cae, se desmorona, encuentra el vuelo.
En el silencio se encontraban pequeños murmullos y en el ruido las fauces de los que confundian su marcha.
En el silencio se encontraban pequeños murmullos y en el ruido las fauces de los que confundian su marcha.
-Basta ya, se dijo, las doce daban la medianoche.
Ahogaría el miedo en ese vaso medio lleno de ron y su último cigarrillo.
Fénix Mars~
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