miércoles, 29 de abril de 2015

Hombre de montaña

El se encontraba en la montaña, allá en donde el sol sacaba a jugar a las águilas que lo invitaban a soñar. La utopía se encendía en sus ojos color roble.
Lo enternecían las nubes sobre su espalda y solían arder los bosques en sus manos cuando el sentía. Su risa animaba las mariposas en el viento. Allí se encontraba, lejos pero tan cerca, de un amor brillante en su entera alma.
Los sonidos hacían eco en los pasos de cualquiera que pasaba por allí, sonidos a guitarra limpia, limpia el horizonte. Nada más existía.
Tanta desigualdad consumada en los oyentes, tanta impunidad alargada en el tiempo de esos que ya no hacían más que caminar a la par. Y el, allá, en la montaña, entre paz, verde y cielo. El vino que no saciaba el alma ausente corría entre venas de pudor; inconsciencia moral visible en este mundo que revolvía mares y distancias.
El sinsentido emergió pero nunca lo pudo alcanzar porque el se encontraba lejos, ya lo había dicho antes, solo lo tocaban otros aires lejanos de entendimiento.
Sentires posicionaban su mente que lo transmitía a una mano emergente de un arcoiris. Ahí, uno más uno dos, un respiro que daba algo diferente, una voz.
El se encontraba en la montaña, lejos pero tan cerca, lejos pero no inalcanzable, encontrábase su guarida.

Fénix Mars~.

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