Despertaba de un sueño profundo que parecía haber saciado su cansancio,
en una cama ajena lejos de sus vestiduras
veía como el ventilador de techo hacia girar la habitación entera.
Un brazo rodeaba su cintura dando la estocada final a lo acontecido horas atrás.
Fue algo casual, conocerse, mirarse y atreverse.
Las preguntas bajaban junto con los ínfimos rayos de sol que se animaban a salir entre las nubes.
No se sentía vació, no, se sentía diferente, quizá el, con su inocencia abrazada a la almohada lo hacia, quizá ella con tanto por aflorar también.
Sin nada que decir, sin nada que deber , llenaban el espacio de caricias invisibles,
a la regla eran la excepción.
Perdiéndose entre sabanas con cada encuentro, colgaban el amor en el perchero del cuarto
solo para ponérselo al salir.
Ella soñaba, claro que soñaba, pero lejos de caer en cualquier término, en cualquier frase armada y dicha miles de veces sin sentido, prefería quedarse así,
acobijada entre los versos de amor que podrían ser y los que fueron,
No podía pedir más, después de tantas pinceladas de matices oscuros que habían dejado
en el lienzo que conformaba su cuerpo,
era hora de cambiar las reglas, empezar al revés.
Jugaban a llenar algo inllenable, ambos, románticos y traviesos.
Jugaban a desvestirse entre charla y charla, entre cigarrillo y cigarrillo.
La lluvia sonaba por lo bajo al compás de sus respiraciones,
se dormía una silueta sobre otra esperando el sonar del despertador,
esperando por dentro un minuto más de un beso que no dejaba de ser prestado.
Fénix Mars-.
El mejor de todos...
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