miércoles, 25 de febrero de 2015


Magnificencia

Una tarde cálida de Febrero desparramaba nubes ceraza en el cielo invitando a las flores a iniciar su danza en recibimiento del lucero mas grande de todos. Atravesaba el jardín de la casa con el perfume de los jazmines en su pecho que llenaban el aire.
Nadie podía siquiera destruir este espacio tan puro, nadie podría quitarle jamas la belleza misma a cada gota de verde que brotaba de la tierra debajo de sus pies. La tranquilidad inundaba el espacio, lo llenaba de movimiento.
Mariposas salían del capullo como su aliento, otra vez iniciaba su  cuento de arcoiris camuflados en veredas, en su blusa.
¿Qué seria de este verano sin colores, sin reflejos de luz que por más que nos toquen infimamente aprendemos a llenarnos  de ese único halo? ¿Qué seria de un final sin comienzo?.
La luna ya estaba sobre el cielo, sirviendo de guía a las mariposas, a las luciérnagas, a nosotros mismos, sin nada a cambio mas que la promesa de que jamas le negaríamos una sola mirada. La misma promesa pedían los bosques, los pocos, que dibujaban el mas frondoso paisaje y a lo lejos de su sombra, el mas inhóspito desierto surgía. Almas quebradas posaban en las laderas, en ese olvido árido que soltaba gritos al viento de tintes arena.
Pero no quería, no, se rehusaba a desviar la vista hacia tan monstruoso escenario a lo lejos, solo necesitaba respirar la pureza pincelada a su lado.
El tiempo le había demostrado la verdad, esa sabia certeza que marca el camino de cada quien que la descubre, ahora solo quedaba estrujarla y sumergirse.
Resurgía así de nuevo, sus pasos, sus ansias, un futuro en donde ese desierto podría ser un manantial...un magnificente valle de Luna.



Fénix Mars.

viernes, 13 de febrero de 2015

Fin

Que torpe que fue, al creer, sentir, reparar lo que no se podía. Yacía muda a la espera de una confrontación al menos fingida que bien sabia nunca iba a llegar. 
Preso su ser en esta rueda de silencios y porqués que es la vida, de este mundo que solo le da chances al descaro por encima de lo real, presa, en una cárcel cuyos barrotes ella misma había creado...comenzaba a respirar.
Ya no alcanzaban las palabras, ni siquiera la idea de esculpirlas en un trozo de papel podría poner un paño en su herida; la calma de las aguas no implicaba más que fortaleza.
El se lo había dicho, la habían destruido como se destruye algo que por fuera resplandece. 

Su corazón se encogía en sus manos y ella, sin alma, lo quería, solo se encontraba en la penumbra. 
¿Cuántas dudas agitaban su suelo? ¿Cuántas veces su presencia colmaría el ambiente de una estática que atraía pero se dejaba soltar?. La mente divagaba a cuestas un recuerdo a la par de un olvido que enmarañaba las miradas perdidas. 
Todavía lo sentía, ese rubor del alma, quizá una confusión, quizá un sentimiento, ¿Qué importaba?, aun así el tiempo los iba a esclavizar para exprimirlos en un mar de lunas y soles, para ver si algún día volverían a tocar sus manos.


Ya no voltearía a mirar ese pozo dos veces cavado, no, debía volver a dibujar su persona, construirla como un puente hacia el mejor camino posible por más de que en su pensamiento solo podía teñirlo de un gris opaco, soledad.
Dolían los rayos del sol a la mañana, una caricia constante de esfuerzo, se encontraban entre paredes de terciopelo: el, amor, ella, resentimiento. 


Su pluma garabateo un "Fin"

Fénix Mars-.


jueves, 5 de febrero de 2015

Precesión de los equinoccios

Un sorbo de oscuridades hilvanadas en las persianas, algo más quieren decir las paredes. Son dos sistemas inversos, equívocos, arraigados que sienten al menos la ínfima brisa a sus pies.
Marte respiraba fuerte, parecía querer iniciar un huracán pero no podía más que esperar, sus cielos se desmoronaban por dentro.
Urano apacible, orgulloso, soltaba una tranquilidad mentirosa que solo el entendía. Ambos estaban colisionando entre si de mil maneras. Sucumbía los instantes de miel entre sus bocas apagadas. Sucumbía los laberintos puestos a su merced que enroscaron la historia para luego desecharlos en un espacio.
Nubes oscuras, palmeras de sombras y luces anaranjadas se estancaban en las órbitas de estos dos cuerpos, que a su manera, luchaban con fuego, luchaban con agua.
La precesión de los equinoccios habia hecho estragos, los alejaba cada vez más sin terminar con esa pasión ferviente en cada uno.
Marte respiraba fuerte, sabia del punto sin retorno, ese en el que uno se sumerge por instantes en su movimiento circular constante por el universo.
Urano apacible, orgulloso, tomaba para si cada instante oscuro para derramarlo en su sienes de ensueño, lejos de una charla, un ultimo por qué. Ambos se marchitaban en su lecho.


Confundidos, angustiados, planetas secos.



Fénix Mars~