El amor le absorbía el aire.
Ya era muy tarde para entender pero no para actuar, las risas se consumían en la pantalla y daban al espacio un suspiro de temblores.
Empezaba el mundo a girar hacia el otro lado, a encaminarse en otro rumbo sabiendo perfectamente el malestar que generaría, pero aun así decidido, sólido, atravesaría el umbral.
Muchos tenían miedo.
Solo el la miraba con ojos de miel para hacer que se desmorone su cielo, disolviendo así el único puente, uno que pendía de sus labios hace menos de un mes.
Mientras, en la oscuridad, alguien abrazaba la comodidad del que ya lo ha dado todo, a la espera de una nueva señal para comenzar sin saber que nunca llegaría. Torpemente, observaba lo que había tenido, la dicha pasada que por acción de sus propias manos se había teñido de rojo sangre.
El amor le absorbía el aire.
Ella, por su parte, solía negarse al entierro de los relojes, pues, no había peor cataclismo que el silencio, pero aun así era lo único que podría hacer para acallar sus sienes.
Su corazón latía lento, aunque esperanzado por aquel al que el coraje lo acercaba más a sus brazos.
El pecho se congelaba lento para algunos y se revivía como el fuego para otros...lejos de ser lo que antes era, lejos, de esa luna, cómoda, a la espera que entre lagrimas y consuelos volvió a poner en el cielo para tomar la estrella mas pequeña que quizá guardaba su último aliento de amor.
Fénix Mars-.
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