jueves, 25 de diciembre de 2014


Infinito azul

Doy vuelta las hojas de los arboles así como el reloj de arena que descansa en mis manos. Sonrío, lloro, siento los resortes de un cielo lleno de estrellas, algunas que aplastan con su luz, otras que descienden al apagarse. 
Me quedo con un puñado de sal y arena a mis pies, nubes de marfil que se entrelazan a las de color ceniza anticipando algo: un viento de libertad quizá o una tormenta que hace falta disipar de nuestro sol. 
Respiro, inhalando la dulzura de una mirada lejana que tiñe mis días de colores tibios, aunque no por eso dejan de ser fuertes. Hay algo dentro de esta infinidad azul.
Es el letargo de este diciembre, de este suspiro compartido al fin que llego para extenderme una mano y tener con quien dar vuelta a las hojas de los arboles así como también al reloj de arena que ahora descansa en nuestras manos. 

Somos quienes manejan el tiempo, somos las agujas de un sentir compañero que se agita entre espuma y caracoles.
Exhalo, las flores marchitas se alejan con la marea, las que florecen me acarician como si supieran la verdad que recorre la arena caliente.

De una forma u otra vuelvo al centro, al mio, de a poco, entre brazadas y bocanadas de aire, vuelvo, hacia esa playa que nunca se fue de mi.

Fénix Mars-.



miércoles, 10 de diciembre de 2014


El Vuelo

La lluvia simplemente no llega a saciar el desierto en la habitación continua, ni siquiera el más inhóspito de los granizos podría resquebrajar el cielo de esta noche.
Me empapo las sienes de sensaciones, recuerdos con sabor a almíbar que bajan lentamente hasta llegar a mis pies y escapan, se tiran de la cama  en una huida eterna. 

Recostada, observando el techo, no me canso de pensar en los ruidos del ambiente que enmudecen mis razones, mis miedos y mis sonrisas.
Un ventilador allá, una nube de sal encima mio, los gatos que  juegan a descubrir el mundo entre las sabanas hasta que  encuentran este cuerpo hilvanado de jazmines, de gotas de roció suaves que se comparten, que se sumergen entre los viajeros en celo que aun no se encontraron.
Me consumo con cada suspiro de otoño, con cada abrazo distante que mi alma se permite sentir.
Vuelo entre cada palabra dibujada, entre los versos que escribo y que lloro sin pensar.
Nadie, jamas, se dará cuenta de cuanto abismo hay en este mar de posibilidades y nadie, jamas, sabrá que a el me he arrojado hace tiempo. 

Vuelo libre, esperando los renaceres de las flores, vuelo libre a la vuelta de los besos que endulzan más de lo que deberían.

Fénix Mars




Cataclismo

El amor le absorbía el aire. 
Ya era muy tarde para entender pero no para actuar, las risas se consumían en la pantalla y daban al espacio un suspiro de temblores. 
Empezaba el mundo a girar hacia el otro lado, a encaminarse en otro rumbo sabiendo perfectamente el malestar que generaría, pero aun así decidido, sólido, atravesaría el umbral. 
Muchos tenían miedo.
Solo  el la miraba con ojos de miel para hacer que se desmorone su cielo, disolviendo así el único puente, uno que pendía de sus labios hace menos de un mes.
Mientras, en la oscuridad, alguien abrazaba la comodidad del que ya lo ha dado todo, a la espera de una nueva señal para comenzar sin saber que nunca llegaría. Torpemente, observaba lo que había tenido, la dicha pasada que por acción de sus propias manos se había teñido de rojo sangre.
El amor le absorbía el aire.
Ella, por su parte, solía negarse al entierro de los relojes, pues, no había peor cataclismo que el silencio, pero aun así era lo único que podría hacer para acallar sus sienes.
Su corazón latía lento, aunque esperanzado por aquel al que el coraje lo acercaba más a sus brazos.
El pecho se congelaba lento para algunos y se revivía como el fuego para otros...lejos de ser lo que antes era, lejos, de esa luna, cómoda, a la espera que entre lagrimas y consuelos volvió a poner en el cielo para tomar la estrella mas pequeña que quizá guardaba su último aliento de amor.

Fénix Mars-.