Música clásica de fondo,
suena un acordeón;
se levanta la voz del alma
juega, despeina, camina
crea el espacio.
Sucumben los sentidos,
clama el amor en soledad.
Un sollozo de verano enciende
las caricias que han de volar.
En su pecho la tormenta,
en su mirada algo más:
felicidad irónica del recuerdo
del hombre que vió pasar.
Majestuoso piano le sigue,
reune los tiempos del sol
dibuja en el aire una brisa
llena de esperanzas el adiós.
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