La realidad,
la que percibimos cada uno,
la real o personal?,
la que nos permiten ver y que de ella elegimos con que quedarnos.
Es un viaje largo, sinuoso, atravesado por bosques llenos de magia, soles grandes e infinitas lunas que lo alumbran cuando así el lo dese; también es una montaña empinada, difícil, que solo deja recorrerse por unos pocos, los que lo merecen y los que no pero tienen como hacer sus artilugios para conseguirlo. La oscuridad subyace en estos últimos.
Creencia de un falso dios, peor que el conocido, ansias de poder, de sangre y dominio de lo natural, la visión cada vez mas ofuscada de los obreros marchantes a un paso firme sin dirección alguna que los lleve a su libertad, pues esta ya no les pertenece, es un negocio de los que juegan a ser mas que un simple hombre, sicarios disfrazados de monjas.
En todo este escenario, en donde payasos hacen sus gracias para que miremos hacia otro lado y no al titiritero en si, es en donde nos mezclamos y destruimos, lejos de una unión entre todos y por todos, recayendo solo en lo mas bajo de nuestra prudencia.
Hacemos girar la rueda de quienes la ponen allí y sin esfuerzo esperan a que mordamos el anzuelo, mientras lo miran por tv junto al champagne de su mesa, caviar en sus bocas.
Creencias impuras, gobernantes sepultados, edificios que perturban a la vista, miles de enumeraciones podrían llenar este texto que para muchos nada signifique más que un verborrágico vomito, aun así lo es, pero pongamoslo como una visión de un ritual macabro al que asistimos sin saber para quedar desbocados ante tantas escenas rumiantes de existires ennegrecidos por la realidad,
la que percibimos cada uno,
la que percibimos cada uno,
la real o personal?,
la que nos permiten ver y que de ella elegimos con que quedarnos.
-Destrucción y muerte, bienvenidos al siglo xxi.
Fénix Mars